Escuchar – Una Habilidad Fundamental en la Construcción de Relaciones Valiosas

octubre 30, 2013 by Rene Gomez

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En una buena conversación sostenida la semana pasada con Jaime García Aguilera y Sergio Guzmán Lagos en Monterrey, volví a revivir la emoción de reflexionar acerca del fenómeno del «Escuchar»

Les comparto algunas reflexiones que me han acompañado e iluminado desde entonces:

  • El escuchar es posible únicamente en una emoción adecuada (aprecio, amor, respeto, validación del otro como ser legítimo)
  • Escuchar es entrar en conexión con la otra persona y explorar su mundo desligándose de la propia visión o evaluación
  • Preguntar y preguntar es la única «guía» para mantenerse en la exploración y conexión con el otro (y no regresarse al propio)
  • La apertura y la confianza se manifiestan cuando el proceso es genuino y efectivo
  • Un mundo de posibilidades se revela cuando logramos «entender» el mundo del otro
  • La acción efectiva y valiosa es posible cuando hacemos una contribución a ese espacio de posibilidades que se revela en el escuchar
Puesto así parece un proceso sencillo. Sin embargo, ser efectivo requiere vivir en una interpretación «no utilitaria» de las relaciones, en la que el otro tenga un legítimo espacio y lugar. De no ser así, el otro aparece como un recurso/objeto en la consecución de un resultado
Además de la interpretación que tengamos de las relaciones, los siguientes obstáculos para escuchar con efectividad son las prácticas  que tenemos para ello
Para ilustrarlas mejor, hablaré de las prácticas inefectivas con las que generalmente nos aproximamos a escuchar:
  • Cuando el otro habla, por lo general hacemos una evaluación de lo que dice con nuestra propia interpretación a partir de la cual validamos (precisamente lo contrario a escuchar)
  • Comenzamos a ofrecer argumentos o ejemplos que invalidan lo que la otra persona está diciendo (sin siquiera haberlo escuchado aún)
  • Adoptamos posturas contrarias y comenzamos a buscar aliados que fortalezcan la nuestra en contraposición a la de nuestra contraparte (antítesis del escuchar, deriva típica a la que degradan una buena parte de las juntas ejecutivas)
  • Nos cerramos a lo que el otro está diciendo y por cierto, nos oponemos a cualquier acción que sugiera para seguir la conversación
  • Todo lo anterior, ocurre por lo general en estados de ánimo de desesperación, ansiedad, intolerancia y, desafortunadamente en algunos casos, falta de respeto y descalificación del otro
¿Y cuáles son las consecuencias de todo esto?
Múltiples consecuencias, de diversa índole:
  • Dificultad para construir relaciones valiosas y duraderas con las personas que más nos importan (pareja, hijos, amigos, colegas, colaboradores, jefes, clientes, proveedores, socios, aliados)
  • Aislamiento y soledad al quedarse preso de la propia como una «verdad universal» y no como una perspectiva única, distinta y tan simplemente válida como las de todos quienes nos rodean
  • Resultados pobres derivados de acuerdos en los que no hay compromiso genuino con el curso de acción (oposición silenciosa)
  • Pobre calidad de vida, puesto que el no ser escuchado es una manera directa de negación y no aceptación (algo así como la sumisión y esclavitud)
  • Emocionalidad dominante de miedo, soberbia, falta de aprecio, desconfianza a partir de las cuales NADA bueno e innovador puede surgir (salvo la supervivencia heroica)
Entonces, aún y cuando el escuchar NO es una habilidad que nos enseñen en la educación tradicional (que privilegia más el hablar) es nuestra oportunidad y responsabilidad desarrollarla para cuidar lo que más nos importa en la vida: Nuestras relaciones fundamentales, a través de las cuales logramos también hacernos cargo de todos nuestros sueños, propósitos y expectativas de nuestra propia vida

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